Antes de que la pandemia de COVID-19 afectara al Distrito, los programas de cuidado infantil o aprendizaje temprano ya se encontraban bajo presión. No había suficientes vacantes para todos los bebés y niños pequeños que lo necesitaban y, para muchas familias del Distrito, no siempre eran accesibles o asequibles. Ahora, tras nueve meses de restricciones relativas a la salud y la seguridad, cierres, subsidios gubernamentales limitados y un drástico descenso de las inscripciones, los docentes de educación temprana que se han dedicado a cuidar de nuestros ciudadanos más jóvenes se están preguntando si sus negocios sobrevivirán.